Los 'red devils' se encontraron con el ansiado botín nada más comenzar el encuentro. Ni siquiera acumulaban mérito alguno en su haber, y apenas lo harían a lo largo del encuentro, cuando Wayne Rooney, que caería lesionado en el último minuto, sacaba a relucir su estado de gracia para poner por delante a su equipo.
Fue en una falta desde el costado derecho del ataque inglés. Nani colgó al área y Rooney, previa colaboración de Demichelis, fusiló a bocajarro desde el área pequeña. El zaguero argentino, hoy ataviado con un antifaz, se enfundó el traje de villano y dejó sólo al ariete de Liverpool, que condenó el despiste con un gol decisivo.
Poco más necesitaron los de Alex Ferguson que, salvó algún arreón en esos primeros minutos de desconcierto alemán, se preocupó más de mantener el resultado que de aumentar la ventaja hasta bien entrada la segunda parte. Justo lo que tardaron los bávaros en empezar a cuestionar tibiamente el control inglés.
Porque el equipo de Van Gaal disfrutó del balón, pero sin Robben y con Ribery intermitente, no tuvo manera de crear peligro. El centro del campo trabajó despacio, no vio grietas en la sólida defensa del Manchester y aun cuando el balón se acercaba a la portería rival se topaba bajo palos con un sobrio Van der Sar.
En medio de una composición tan monótona, el ataque germano agradeció la nota discordante que representaba Ribery. A chispazos, sin continuidad, pero con todo la baza más peligrosa para el ataque alemán, que no despertó hasta la segunda parte. Tan inofensivo era todo que incluso el Allianz rugió con cada córner.
Las razones llegaron en la segunda parte, con un Bayern mucho más despierto y agresivo. Ribery salió con ganas de revolución y propició algunas jugadas de peligro que evidenciaron el cambio de actitud que se produjo en el descanso. Demasiadas facilidades estaba concendiendo el Manchester United como para dejarle escapar con un triunfo.
Con algo más de ayuda por parte de sus compañeros de ataque, Ribery comandó la revancha alemana. Avisó Altintop y selló el extremo galo, autor del empate en una falta directa. El internacional francés lanzó por bajo y encontró la pierna de Rooney, que en efervescencia goleadora terminó por meter el balón en su propia portería.
Al contrario de lo ocurrido en la primera parte, el equipo alemán no frenó ahí su empeño. Y obtuvo recompensa. Hasta tal punto llegó su empuje que obligó a Alex Ferguson a tirar de Berbatov y Valencia para sacudirse de encima el monólogo alemán. Pero ni eso despertó a los ingleses, que pagaron muy caro su conformismo.
La escuadra alemana respondió con carácter y dio entrada a Klose y Gómez. Echando el resto y no dando por bueno el empate, el Bayern obtuvo la justa recompensa. El atacante hispanoalemán se lanzó a la desesperada contra la defensa británica y, aunque fracasó en su empresa, el balón cayó a los pies de Olic, que no perdonó en el mano a mano y castigó a un Manchester United que pensó antes de tiempo en el partido de vuelta.
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