Los pupilos de Claude Puel se limitaron a controlar las tímidas embestidas del cuadro local, que únicamente apretó en el final de ambas partes mediante corazonadas tras 'regalar' el peso del partido a un cuadro rival más experto en estas lides.
Para ello, el bloque lionés se sobrepuso a las importantes ausencias en su dibujo --el goleador Lissandro y Sidney Govou, ambos por sanción, así como Cleber Anderson, Clerc y Makoun, por lesión-- para acceder por primera vez en su historia al 'Top-4' continental.
Asimismo, el 'verdugo' blanco superó este inédito peldaño con su renovado papel de favorito, asumiendo un rol olvidado en Francia en los últimos años a costa del buen papel de los hombres de Laurent Blanc, que, por contra, han catalizado en las últimas citas su peor versión del presente curso.
Con estas circunstancias, el Olympique comenzó el choque asumiendo la posesión del balón, privando del 'tempo' del encuentro a los bordeleses. Con esta premisa, el meta Carrasso se sometió en estos compases al asedio visitante, bien por medio de Bastos a balón parado, o por alto a través de un insistente Gomis.
Por su parte, el Girondins, en tensión por la remontada, se defendió de las embestidas de los visitantes, que dispusieron de varias tentativas para claudicar las opciones girondinas. No obstante, un lanzamiento del capitán Alou Diarra al travesaño en los últimos compases de este acto reactivó las intenciones los de Aquitania.
Fruto del impacto de esta ocasión, el Burdeos aprovechó en el último suspiro una combinación entre Jussie y Trémoulinas desde el flanco zurdo, cuyo posterior centro favoreció un rechace que rebañó el artillero Chamakh desde el área pequeña. Con este tanto, de los llamados psicológicos, la gloria de los de Blanc distaba apenas de un gol de distancia, en un nuevo retrato de la eliminatoria.
En la reanudación, y para sorpresa de un estadio Chaban-Delmas eufórico, fue la disciplina lionesa la primera en presentar sus intenciones, presionando desde la línea de ataque y asumiendo su cariz de favorito. Además, adelantaron la línea de su retaguardia para alejar el peligro del área de un despreocupado Lloris y situando la 'muralla' defensiva en campo rival.
Sin embargo, los nervios entraron en escena en la filas de los de Puel, incómodos ante la mayor presencia de Gourcuff en el juego, lo que endureció el choque hasta el punto de mermar con amonestaciones la línea medular visitante. Este inconveniente coincidió con las mejores sensaciones locales, que sustituyeron piezas en una salida desesperada en pos de la proeza.
Con este planteamiento, la angustia se trasladó sobre el arco lionés, desde donde un inapelable Lloris desvió con una mano soberbia un fortísimo testarazo de Wendel que, a la postre, fue la última oportunidad de un Girondins que se despidió sin fortuna tras su gran concurso continental.
De este modo, el Olympique de Lyon estrenó su condición de semifinalista de la 'Champions', donde se medirá al Bayern de Múnich, tras confirmar su papel imperante en suelo galo, en un logro que supera los resultados de 2004 a 2006 --cuartofinalista-- y que ratifica la exitosa década de los de Claude Puel en este certamen.
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