Saturday, March 5, 2011

LAS CIFRAS INFLADAS DE BARCELONA Y REAL MADRID, DE MESSI Y CRISTIANO





NOCION DE ARGUMENTO DE PARTIDO


Todos y cada uno de los deportes que conocemos reúnen semejanzas y diferencias frente a otros. En algunos existe un tanteo único (fútbol, balonmano, voleibol), en otros existen diferentes tipos de tanteo (baloncesto, rugby). En algunos el tanteo es absoluto (baloncesto, balonmano, fútbol), en otros está sujeto a sets (voleibol, tenis). Pero siempre hay algo en cada deporte que le hace especial frente al resto: El balón de rugby, la canasta en baloncesto, la raqueta en tenis...
El fútbol es un deporte muy inmediato, muy fácil de entender en primera instancia: 20 tíos detrás de un balón sin poderlo tocar con las manos y 2 porteros, y el mecanismo de resolución de partidos, el gol,  es de una simplicidad tal que no extraña que sea el deporte más popular del planeta. Y es curioso porque en el fútbol, hay pocos elementos que le sean exclusivos; porterías, áreas, balón, reglamento, todo ello guarda bastante relación con otros deportes, incluido el gol.
¿Qué es lo que hace tan especial el fútbol, que lo hace verdaderamente diferente al resto? Casi no hay duda posible: El bajo tanteo.
En un partido de rugby, de baloncesto, de balonmano, no digamos en el tenis, el casillero está en continuo movimiento. No así en el fútbol, donde una buena parte de los encuentros acaba sin un solo tanto y donde la mitad de las victorias se producen por un solo tanto de diferencia. El fútbol es un deporte aburrido para aquel que no lo sigue con asiduidad, para aquel que no ha traspasado la obligatoria barrera de querer entender unos mínimos conocimientos tácticos y estratégicos. Pero incluso para un buen aficionado que vea un partido sin goles entre dos equipos que desconozca, esas dos horas pueden ser de un sopor inimaginable. Y sin embargo, cuando uno de esos dos equipos cuyos jugadores desconoce, mete un gol, puede ver los gestos de alegría, las caras desencajadas de la afición afortunada, como si esos pequeños segundos de éxtasis y el regustillo posterior, justificasen la más tediosa de las esperas.
En todos los partidos de todos los deportes existe un “argumento” de ese partido. Los equipos salen al terreno con diferentes expectativas y situaciones deportivas, cada uno con unos puntos fuertes y otros débiles, y en función de cómo se vaya produciendo el tanteo se deberán adoptar decisiones tácticas, correr más o menos riesgos, apretar los dientes o bajar los brazos. Todo ello se produce en un partido de cualquier deporte, a excepción de los divididos en sets, donde al no haber reloj, hay esperanzas de victorias mientras el partido sigue.
¿Cómo afecta esta noción de argumento a un deporte donde el reloj corre sin pararse, donde sólo se permiten 3 cambios y donde el tanteo suele ser escaso? Podemos decir que afecta igual, solo que más, debido a que en el deporte rey casi todo lo que marca una diferencia acaba siendo más definitivo, debido a ese bajo tanteo.
No juega con la misma ansiedad el equipo que necesita marcar en el minuto 14 que en el 82, no se esfuerza tanto el equipo que pierde 3-0 al descanso que el que áun está imbatido al borde del minuto 90, no se sacrifica igual el equipo de la zona media de la tabla frente a un rival muy superior en campo ajeno que ante su propia afición y frente a un rival directo, no aprieta tanto defensivamente un equipo al que le han expulsado un jugador en el minuto 25 que el que tiene los 11 sobre el césped. Y no hablemos de si se dan varias circunstancias a la vez.
Existen ligas más equilibradas y menos equilibradas, se da el caso de campeonatos que unos años están más competidos y otros menos, y en todos los países se vive, en algún año o período de años, la situación de que uno o varios equipos demuestran una superioridad notoria sobre el resto. Ha sido el caso de los 4 grandes de Inglaterra donde el lustro 2005-2010, ha sido el caso del Inter. o del Olimpique de Lyon en sus respectivas ligas, es tradicional en países como Escocia o Portugal, y sucede en estos momentos en España, con Barcelona y Madrid.


Todos lo percibimos de modo muy inmediato: La mayoría de equipos que se enfrentan al Madrid y, sobre todo, al Barça, salen al terreno de juego a intentar dar la sorpresa. Conforme van pasando los minutos el argumento muta a resistir el mayor tiempo posible con la portería imbatida. Tras el primer gol todavía guardan la esperanza de una contra que iguale el marcador e incluso se da el caso de que el contrario se adelanta y aspira a mantener o bien esa exigua diferencia o bien arrancar un valioso empate. Pero suele suceder que ya en el primer tiempo el equipo grande va ganando por dos goles de diferencia, y aunque cabe la posibilidad de un gol del contrario que apriete el desarrollo del partido, podemos apostar con poco riesgo de perder, que los tres puntos son para el equipo más poderoso.




LOS GOLES INÚTILES


Precisamente esta noción de argumento de partido nos trae como corolario el concepto de gol inútil. ¿Qué sentido competitivo tiene el tercero, el cuarto , el quinto gol en un partido donde el equipo más potente da pocas opciones al rival? Prácticamente nulo.
El 1-0 es muy importante porque rompe el empate inicial y proporciona ipso-facto la posibilidad de sumar 3 puntos y de dejar a 0 al rival. El segundo gol permite que el equipo juegue de manera mucho más relajada, consciente de que en el caso de que se encaje un tanto, cabe pulir sin coste en puntos los errores que han permitido ese gol, y seguir dominando el encuentro. Son así mismo importantes los terceros, cuartos o posteriores goles si la portería no se ha mantenido imbatida, de modo que ese gol extra permite reducir ventajas, alcanzar el empate, romperlo a favor o poner distancia de por medio.
Pero una vez más, cuando la diferencia en goles llega a 3 vemos, porque la experiencia así nos lo dicta, que en el 95% de los casos el equipo que llega a esa ventaja acabará, con más o menos esfuerzo, llevándose los 3 puntos. Y ese porcentaje, en el caso de que la diferencia sea a favor del equipo más potente, puede llegar a rozar el 100%. Poca gente recuerda que un equipo netamente superior a otro desaprovechase  una ventaja de tres goles.
Todos sabemos esto. Lo sabe el equipo potente que alcanza esa diferencia y que puede hacer cambios que permitan jugar a jugadores menos habituales cuyo hambre y necesidad de demostrar condiciones puede engordar la goleada. Lo sabe el equipo pequeño, que teniendo pendiente un siguiente encuentro contra un rival directo, no hará nada que no sea mantener una mínima dignidad en el campo y huir de acciones que puedan suponer sanciones que a la postre puedan ser decisivas. Lo saben los aficionados del primer club, que a partir de cierto momento se relaja y se olvida de la posibilidad de sufrir, en todo caso, si está en el campo, es posible que se vaya antes de tiempo para evitar el tráfico. Lo saben también los del segundo, que digieren el sufrimiento y lo cambian por indiferencia. Y lo sabemos todos los demás que salvo que veamos acciones individuales espectaculares es posible que cambiemos de canal o nos levantemos del sofá.
Todo ello entra dentro de lo que es habitual en cualquier campeonato de cualquier deporte en cualquier país: Hay partidos cuyo argumento se rompe y dejan de tener interés. Ya sea ganando por 2-0 o por 6-1, el equipo vencedor se lleva los 3 puntos y el derrotado se vuelve a casa de vacío.
Sin embargo existe un efecto secundario estadísticamente muy distorsionador: Las estadísticas individuales de los jugadores. Marcar el primer gol o el segundo tienen una gran valor táctico. Meter el tercero o el cuarto en un encuentro donde está habiendo intercambio de goles puede llegar a ser vital. Pero perforar la portería rival por quinta vez mientras la propia está imbatida acaba careciendo de la más mínima importancia competitiva, mucho menos además si el que lo hace es el más potente de los dos equipos. Cabe decir lo mismo de otras estadísticas individuales como las asistencias.
Y sin embargo, los medios de comunicación, o el público, se acaban haciendo eco de esas cifras individuales, que en ocasiones baten records, pero que en el fondo todos sabemos, porque recordamos el argumento de esos partidos desequilibrados donde el rival dejó de competir al 100% (o al menos con el 100% de esperanzas de puntuar), que no son sino cifras infladas por muchos minutos intrascendentes.




SIN IR MAS LEJOS: REAL MADRID Y BARCELONA, CRISTIANO RONALDO Y MESSI


La afición española asiste expectante a un duelo goleador histórico en el que tanto el ganador como el perdedor es posible que acaben por encima del actual record de 38 goles en manos de Hugo Sánchez, y donde parecen tener ya reservadas para ambos las botas de oro y plata de la temporada 2010-2011.
Jornada tras jornada ambos jugadores van sumando goles. Cuando uno de los dos encadena varios partidos sin marcar el otro o lo supera o pone distancia de por medio durante algunas jornadas, hasta el momento en que el rival encadena una racha de varios partidos marcando o realiza un triplete, momento en que vuelven a acercarse el uno al otro, incluso manteniéndose empatados.
Pasar de 30 o 35 goles en una temporada tiene un enorme mérito porque aunque sabemos que muchos de esos goles son inútiles, a la larga alcanzar esas cifras significa proporcionar muchos puntos al equipo. Por otra parte no es lo mismo realizar esas cifras goleadoras  en campeonatos ajustados que en ligas como la actual (y aún la anterior) donde hay un gran desequilibrio entre los dos clubes más potentes y el resto.
¿Qué pasaría si, teniendo en cuenta los argumentos de partido, no tuviésemos en cuenta todos esos goles inútiles? Todos aquellos tantos que han machacado una y otra vez a un rival que ya estaba vencido y que, evidentemente, no tienen el mismo mérito que los anotados cuando el argumento del partido está vivo y los puntos aún están en juego, y los jugadores contrarios se esfuerzan al 100% para evitarlos...
Hemos contabilizado los goles realizados por ambos equipos hasta la jornada 26, y de la suma de goles totales, hemos detraído los terceros o posteriores goles anotados cuando la portería propia estaba a 0, los cuarto o posteriores cuando estaba a 1, los quinto y posteriores cuando estaba a 2, y así sucesivamente. Es decir todos aquellos que suponían incrementar la ventaja más allá de 2 goles.
Así mismo hemos elaborado la lista de los máximos “goleadores útiles” de ambas escuadras, para discernir cuánto de meritorias son esas extraordinarias cifras goleadoras y cuánto de inflación hay en ellas.



Lo que vemos es muy clarificador y nos sugiere una serie de conclusiones:

-Si extrapolásemos estos datos acumulados a lo largo de más de las dos terceras partes del campeonato al final de éste, a la jornada 38, tendremos que el Barcelona rondaría los 112-113 goles por 90-91 del Real Madrid. Sin embargo 37-38 goles culés y 26-27 merengues, tendrán una influencia nula en el reparto de puntos.

-Tanto CR como Messi, superarían los 39 goles, pero de los cuales sólo 26 tendrían utilidad competitiva. Es decir, que si no se beneficiasen de jugar en una liga tan desequilibrada, sus registros estarían en torno a 30 goles, una cifra muy notable, pero no mucho más que los 25 de Van Nistelroy en una liga donde los dos primeros empataron a puntos, el tercero quedó a 5 y el cuarto a 10, o los 26 de Eto´o en una año en que del 2º al 6º sólo mediaban 6 puntos.

-Villa, que muy probablemente llegue a los 25 goles no habrá contribuido de manera decisiva a su equipo con más de 14.

-Pedro, cuyo promedio apunta a 19 goles, no contribuirá a los puntos de su equipo con más de 10.

-El porcentaje de contribución a los goles de sus equipo de Messi se mantiene constante en el 35% ya se tomen en consideración los goles totales o los útiles.
En el caso de sus compañeros, Villa pasará del 22 al 19% y Pedro del 17 al 13%.

-En el caso de C.Ronaldo su contribución individual sigue siendo la más decisiva, con un 44% de los goles totales y un 41% de los goles útiles.




Recapitulando, podemos decir que el actual desequilibrio entre los dos grandes clubes de la liga y el resto acabará por hacer subir al marcador unos 60-65 goles inútiles, casi tanto como los que conseguirán sus más efectivos perseguidores.
Respecto a las espectaculares cifras goleadoras de Messi y C. Ronaldo, hemos de añadir que si un jugador sumase todos los goles inútiles que ambos acabarán anotando al final de la liga, este jugador hipotético estaría en condiciones de arrebatarles el trofeo pichichi a ambos.




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