A LA BÚSQUEDA DE STANDARDS SIGNIFICATIVOS
¿Se puede evaluar todas y cada una de las circunstancias que se dan en un terreno de juego para evaluar la calidad de un enganche? La respuesta no es ni sí, ni no, la respuesta es para qué. Conforme a lo que hemos visto en los análisis de coste la información relevante no es tanto la información más exhaustiva sino aquella que es significativa y accesible a la vez. Un enganche puede mandar 4 balones al área en un partido, 2 de ellas son rematados y 2 no. De estos últimos una fue enviado a poca altura, el otro llegó en condiciones óptimas pero ningun compañero subió al remate. ¿Se podría registrar esto? Desde luego, pero llegar a ese punto de detalle implica dedicar horas y horas a obtener un dato que, a la postre, puede no ser tan importante. Es más razonable desde nuestra perspectiva asumir que de cada 100 balones al área no rematados algunos son culpa del enganche y otros no, que en algunos influye la defensa contraria y en otros no.
Supongamos que queremos calcular el peso de un cuerpo humano; si ponemos en la balanza la piel, los huesos, los músculos, las vísceras, la grasa y la sangre tendremos una cifra que, al 90% coincidirá con la del peso completo. ¿Y los tendones, y los nervios, y las mucosas, y los bronquios, y...? Docenas de otros elementos tienen su peso, pero los primeros 6 ya nos daban una información suficientemente relevante como para poder abstraer el resto (obviándolos o estimándolos a partir de aquellos).
La lista de los datos que he utilizado para elaborar standards son:
-Asistencias del jugador
-Goles del jugador
-Goles de su equipo
-Goles de los equipos campeones de esas mismas ligas
-Disparos totales y disparos a puerta del jugador
-Goles encajados por su equipo
-Participaciones del jugador
Todos estos datos son manejados en una perspectiva temporal de los últimos 4-5 años, la cual me parece una fracción de tiempo muy adecuada para evaluar carreras futbolísticas, pues la mayoría de profesionales se desempeñan en unos 3 lustros, a veces 2, a veces 4.
¿Hay otros datos de los que se pueda echar mano para completar los cálculos? ¡Sin duda! Cientos de ellos en realidad: regates intentados y conseguidos, faltas recibidas y amonestaciones provocadas, balones perdidos, calidad de los acompañantes, calidad de los rivales, etc. Pero todos ellos juntos no sumarían la relevancia de aquellos 7 escritos antes y en cambio harían muy farragoso el análisis. Resulta más eficiente considerar que o bien no son tan significativos, o bien son circunstancias que a la larga acaban compensándose en unas ocasiones con otras.
No se pretende aquí por tanto un análisis exhaustivo, sino un análisis relevante, que pueda ser cuestionable pero no discutible.
LA VARIANTE INDIVIDUAL
Al igual que sucede con el extremo, la posición de enganche, de media punta, de falso delantero (que todos estos nombres y algún otro se le da), no es una pieza fija en los sistemas tácticos habituales. Equipos tan exitosos como el Barcelona llevan décadas sin utilizarlos incluso aún habiendo contado en sus filas con algunos de los mejores enganches posibles. Y el del club catalán no es un caso único. Sin embargo cuando el aficionado elabora de manera espontánea una lista de los mejores jugadores ofensivos que recuerda suele aparecer en ella uno o varios enganches de renombre. ¿Por qué una posición que da al mundo del fútbol jugadores tan notables no es tan fija como otras? La clave está en la mixtificación.
El enganche, como sucede con el atacante versátil, es un jugador que viene expulsado de su posición original, pero al contrario de lo que sucede con aquel, que migra hacia posiciones más cercanas a la portería como promoción consecuencia de su gran facilidad para el gol (ya vimos que los mejores atacantes versátiles meten más goles incluso que los delanterocentros), este lo hace por no ser plenamente adecuado en su posición anterior.
A veces es un centrocampista ofensivo cuya capacidad para controlar el juego de su equipo se diluye ante su querencia a pisar el área. Si el enganche es de calidad, esa progresión conllevará menos control del balón, pero se traducirá en más goles y asistencias. Como sucedía con el gol en la pareja delantero/atacante versátil, los buenos enganches tienen una facilidad pasmosa para dar asistencias, incluso por encima de los mejores medio-ofensivos... siempre que pisen área, claro. Al final se les pone un segundo centrocampista por detrás y se le concede esa libertad. Ejemplos de esta mutación lo tenemos en jugadores como Kaká, Van der Vaart o Gourcuff.
Otras veces el enganche llega a su posición tras haber desarrollado toda su evolución futbolística desde juveniles como delantero. Pero suele suceder que una velocidad y una envergadura que en esas categorías te permite ser un peligroso punta, al llegar al fútbol profesional se revelan como insuficientes y el jugador, si es técnicamente bueno, mutará hacia el puesto de segundo delantero, donde logrará ser habitual, y a la postre la suma de goles y asistencias por temporada no variará mucho de la suma de goles de un delantero exitoso. Este podría acabar siendo el caso de Benzema, como ya lo fue en el de su compatriota Anelka, o como ha acabado sucediendo con el último Kanouté o con Cassano, el penúltimo ejemplo de esa larga legión de trequartistas tan abundantes en el fútbol italiano.
En otras ocasiones, la progresión del jugador hacia la segunda línea dentro del área se hace desde la banda. Igualmente, velocidad y regate que en categorías juveniles te permitía ser un extremo desequilibrante te convierten en mediocre a nivel profesional. En este tercer caso vuelve a ser la calidad técnica del jugador la que le permite convertirse en un jugador más centrado y colectivo. Este sería el caso de Özil o Silva.
El denominador común, como vemos, es siempre el mismo: Un jugador técnicamente muy bueno que conforme pisa la “tierra de nadie”, se apodera de ella. Por eso el enganche no es esa pieza fija que si pueda ser el delantero centro o el lateral, sino que, como igualmente sucedía con el atacante versátil, se inventa para aprovechar las cualidades técnicas especiales de un jugador del que ya se dispone. Es cierto que hay equipos que habitualmente juegan con este enganche a lo largo de los años, pero suele ser frecuente que fichen a jugadores cuyo proceso de migración táctica ya estaba completada en su club de origen.
A la hora de valorarlos partimos de las mismas bases que el atacante versátil, sus cifras de goles y asistencias, pero bajo un enfoque distinto, pues si bien estos, por su superior productividad y eficacia acaban configurando todo el entorno ofensivo en función de ellos, los enganches en cambio deben justificar a nivel colectivo su presencia en el campo. El atacante versátil podrá actuar como delantero centro, como extremo o como enganche, porque su versatilidad y productividad obliga a mantenerlo en el campo. El enganche en cambio sólo ocupará su posición propia si se justifica a nivel de resultados, fundamentalmente ofensivos. En caso contrario el técnico lo sentará para introducir a otro delantero o a otro centrocampista. En definitiva en la valoración del enganche se combinan eficiencia y eficacia.
A la hora de elaborar el ratio nos aproximaremos a esa contribución individual desde tres direcciones distintas. La primera, la cifra de goles del equipo. Si con el jugador en el campo el equipo mete más goles que otros, el jugador contribuye positivamente. La segunda es la suma de goles y asistencias del jugador, pues si sus cifras son elevadas su participación será más rentable que otras variaciones tácticas que también eleven la cifra final de goles. La tercera es la participación en términos de porcentaje de esas cifras de goles y asistencias pues cuanto más elevada sea esa participación, más clara quedará la dependencia del ataque del equipo de su enganche. Para relativizar esa triple suma (que en si misma lleva una triple valoración de su aportación neta), utilizaremos la cifra de goles por temporada de los campeones de las grandes ligas.
El Ratio Individual quedaría así:
Al igual que sucedía en otros ratios introduciremos un factor de corrección relacionado con el número de partidos disputados por el jugador, tomando 35 el número máximo deseable. Así mismo el denominador será ampliado a los 5 años del estudio
Cor= Partidos Jugados / 35
De modo que el Ratio Individual quedaría finalmente así:
En la mayoría de jugadores de equipos punteros este ratio rozará o superará el 1, pero en jugadores excepcionalmente productivos y que acumulen muchas titularidades en equipos muy competitivos este ratio se acercará más a 2 que a 1.
LA VARIANTE COLECTIVA
De nuevo la comparación con el extremo es pertinente. Al igual que le sucede a éste el puesto del enganche en el campo no sólo se justifica por su productividad ofensiva, sino por su coste táctico. Como no es obligatorio jugar con uno en la cancha, el entrenador valorará retirarlo si pese a su productividad el equipo lo acusa con un sobreesfuerzo en el centro del campo que obligue a numerosas coberturas, o a ideas y venidas a consecuencia de las contras propiciadas por las pérdidas de balón. El enganche ha de ser osado en sus intervenciones, ha de tomar la iniciativa para provocar rupturas en los marcajes y jugadas de gol, pero ha de saber tomar esa iniciativa para que un posible error no provoque una peligrosa contra. Un síntoma de que el enganche no se acopla bien al juego colectivo es cuando el equipo da la impresión de estar partido por la mitad a pesar de que juegue con 2-3 centrocampistas. Esa impresión de ruptura se suele dar cuando los jugadores de la medular se ven obligados por esas contras a estar más cerca de la portería propia que de la contraria, bien a causa de reiteradas pérdidas de balón de extremos y/o enganches, bien por precipitación de estos últimos a la hora de plantear nuevas acciones ofensivas antes de que el equipo esté de nuevo reposicionado.
A la hora de calibrar estas situaciones, valoraremos directamente el número de disparos del jugador; habiendo estimado previamente su eficacia de cara a puerta o en el pase de gol como rasgo individual, ahora compete justificar su posición desde la perspectiva de que su concurso en el juego colectivo ha de explicarse a partir de su actividad de cara a puerta: Si estás en el campo y no disparas, ¿para que estar? Implícitamente valoraremos su eficiencia cogiendo para el cálculo sólo los disparos a puerta. Así mismo intuiremos su coste táctico en función de los goles encajados por el equipo, que serán valorados inversamente, y a los cuales les sumaremos el numero de disparos realizados que no han ido a puerta.
Del mismo modo que con el Ratio Individual procederemos a la corrección de este ratio a través de las participaciones, de modo que el Ratio Colectivo, quedará así:
El rango de variación de este ratio será más acusado, si bien por lo general ha de estar más próximo a 1 que a 0 o a numeros naturales altos.
EL CULMEN DE LA RELEVANCIA: EL FACTOR GLOBAL
Cuando se manejan elementos que se adicionan es preciso ponderar cada uno de ellos para asegurarnos de que el resultado global no este aquejado de la sobrevaloración de alguno de sus componentes. No así cuando de lo que se trata es de emplear factores. La precaución sobra pues si entendemos que un delantero será mejor cuanto más alto sea su RI y su RC, tomados independientemente, el múltiplo de ambos crece con cada uno de ellos.
Hemos tomado por convención que incluso en el caso del más egoísta de los jugadores el factor colectivo ha de ser igualmente apreciable que el individual, aunque cada cual puede ponderar cada uno de ellos según considere oportuno.
De este modo el ratio global resultante, el que valora de manera relevante la calidad de un delantero tanto a nivel individual como colectivo tomando como base de cálculo los datos más significativos sería:
RG = RI x RC x 100
Como el múltiplo de cantidades inferiores a 1,0 suelen arrojar cifras muy pequeñas, se ha añadido el 100 para que la cifra resultante sea un número más fácil de retener.
UNA OBJECIÓN MATEMÁTICA
Si bien todo el proceso seguido produce un ratio relevante y eficiente tomando como base información breve pero muy significativa, el resultado final adolece de cierta desproporción debido al carácter multiplicativo de los factores. El orden de los resultados finales puede parecernos coherente, pero no así las diferencias de cuantía.
La estadística descriptiva nos provee de una sencilla herramienta para ajustar este tipo de desviaciones, que es la media geométrica. Mientras que la media aritmética halla el promedio entre N cantidades sumadas dividiendo el total entre N, la media aritmética halla un promedio entre cantidades multiplicadas, pero para promediar se utiliza no el cociente (que no tendría relevancia proporcional), sino la raiz cuadrada, o en su caso la raiz N.
El ratio final por tanto quedaría así:
2 ___
RF= \/ RG
UNA OBJECIÓN HISTÓRICA
He aquí el final del proceso.
El ratio resultante nos dará una cifra que valorará de manera amplia las cualidades de un enganche para ser una pieza clave del equipo que contribuya con sus goles y asistencias al éxito colectivo, pero el refrendo de todo ello vendrá marcado por su alineación reiterada y por sus aportaciones directas a lo largo del tiempo. No basta con ser un buen enganche potencial, ha de quedar constancia de ello en los registros históricos.
Por ello se aplicará este ratio a la media de, por un lado la suma de goles y asistencias, por otro las titularidades con el equipo.
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