(As) España se soltó la melena en el Europeo Sub-17. Después de un debut titubeante ante Francia, los de Ginés demostraron ante Suiza que la máquina se acerca a la puesta a punto. Bien es cierto que los suizos estuvieron lejos del nivel competitivo que se esperaba de ellos, pero si algo quedó claro es que esta Rojita tiene dinamita de sobra en ataque. Ahora basta con un empate ante Portugal para sellar el pase a semifinales.
Especialmente llamativo es el olfato de Paco Alcácer. Ante los franceses decantó el choque con un toque sutil dentro del área y ayer se erigió en la figura de lo que se lleva de campeonato con tres dianas de puro ariete. Es muy difícil encontrar chicos a esta edad con un índice de efectividad tan alto. Lo suyo es de traca, como no podía ser de otra manera tratándose de un valenciano. Ha marcado cuatro de las cinco ocasiones que ha tenido, pues ayer gozó de otra poco antes de ser sustituido que hubiera significado el póker. Impresionantes números.
Él es la punta de la lanza de un equipo que ayer dejó otros muchos destellos. Para empezar, estuvo mucho más sereno y compacto en el centro del campo. Y después, demostró que con extremos peligrosos y con talento como Gerard y Jesé es posible que el flujo de fútbol empiece en un costado y acabe en el otro. Una jugada del culé por la derecha había servido para abrir un choque que pasó a la historia con el segundo tanto de Alcácer a pocos minutos del descanso.
España sólo necesitó apretar los dientes un poco más al principio del segundo tiempo para poner la directa a las semifinales. Pero, lo más importante, puso sobre la mesa sus credenciales y el juego que se ha traído en la mochila. Hay buenos mimbres. Y hay un nueve, Alcácer, de los que escasean.
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