Poca gente discute que, a nivel de club, las hazañas de Messi no son igualadas por ningún otro jugador en tiempos recientes. Sus aportaciones en goles, asistencias y participación en jugadas decisivas del Barcelona es tan abundante que para muchos resulta autoevidente que se hayan ante el mejor jugador que han visto.
Sin embargo, a la par que el éxito individual y colectivo colma al argentino cuando viste de blaugrana, dos importantes sombras oscurecen ese brillo radiante. La primera de ellas es la influencia negativa que parece tener en las estadísticas de sus compañeros. La segunda es su rendimiento comparativamente muy inferior con la selección albiceleste.
UN JUGADOR HOLÍSTICO
La característica principal de Messi, aquella que destaca cuando se le ve jugar, es facilidad para el desequilibrio. Pero siendo este factor estimable y en ocasiones decisivo, su cualidad más valorable es lo completo de su repertorio técnico y táctico: Pocos jugadores regatean como Messi, pocos la conducen como él, con o sin espacios, pocos son tan acertados a la hora de pasar en corta o media distancia, pocos disparan con tanta ambidestreza y en particular, pocas zurdas son tan precisas cuando se hallan frente al portero.
Tener un jugador así proporciona (o debería proporcionar) ventajas a cualquier equipo pero plantea un dilema táctico. Si es mejor goleador que el delantero centro ¿no debería ser el principal goleador del equipo? Si tiene mejores porcentajes de acierto a puerta que otros compañeros ¿no debería tener prioridad en las ocasiones de disparo? Si es más prolífico asistiendo que ningún otro jugador de la plantilla ¿no sería mejor que todas las jugadas de ataque pasasen por sus pies?
Es así como se llega al jugador holístico y acaparador de todo el caudal ofensivo de su equipo que es hoy en día. En el inicio de la elaboración Messi se mueve y participa como si fuese un volante, en el proceso de creación asume el rol de enganche, y a la hora de finalizar ocupa el lugar del delantero centro, y si los dispositivos defensivos rivales le dificultan actuar en la frontal, ocupará el puesto de extremo.
Para que ese plan funcione se deben dar dos circunstancias. La primera es que el jugador sepa desempeñar todos esos roles (cosa que con Messi sí se da). La segunda es que el resto de jugadores desalojen coordinadamente la posición del campo que el rosarino ocupe en cada momento, de modo que Iniesta pueda ser enganche cuando Messi está en la banda, pero vuelva a ser volante cuando retorne a la frontal, Villa puede habitar el área siempre que Messi esté moviéndose con el balón, pero caer a banda cuando el rosarino inicie la internada, Pedro podrá ocupar la banda derecha paca forzar las incursiones pero si Lio decide ir para allá, tendrá que retrasar su posición o caer ligeramente hacia dentro para no estorbar a Alves. Este coordinado ballet es el gran éxito táctico de Pep, que ha elevado el fútbol total a una práctica que se desempeña en una estrecha franja de la cancha, donde en cada sector siempre hay más jugadores amigos que enemigos, donde todos los atacantes conforman una casi inexpugnable primera línea de defensa.
En este engranaje Messi ocupa el lugar central, el púlpito desde donde pueden decidirse todas las jugadas, y paulatinamente en la época Guardiola el jugador ha sido cada vez más protagonista, disponiendo de cada vez más balón, marcando más goles, proporcionando más asistencias. Pero no está nunca de más recordar la frase de Di Stefano que preside este blog, "ningún jugador es tan bueno como todos juntos", de modo que puede suceder que esa capacidad holística que permite al Barcelona jugar con un jugador más por posición puede acabar provocando, si el jugador sigue incrementando su rendimiento a costa de sus compañeros, que el balance conjunto disminuya.
En nuestro anterior artículo, A LA PULGA LE GUSTA LA SANGRE DE DELANTERO http://futbolisticametrica.blogspot.com/2011/05/la-pulga-le-gusta-la-sangre-de.html , mostrábamos cómo ese incremento goleador de Messi que a todos maravilló y que motivó que la mayoría empezase a considerarlo el mejor jugador del mundo, se producía a costa de asumir las oportunidades de sus compañeros atacantes y que la eficiencia y la eficacia conjunta habían disminuido por ese motivo en los 3 años del estudio, motivando la salida de Eto´o, Ibrahimovic y, ahora, Bojan.
En esta tabla hemos reunido los promedios en Liga de goles y asistencias por partido del resto de compañeros en la era Guardiola, así como los goles encajados y el promedio de puntos por partido hasta la jornada 11 de la presente temporada.
TEMPORADA | GOLES COMPAÑEROS POR PARTIDO | ASISTENCIAS COMPAÑEROS POR PARTIDO | GOLES ENCAJADOS POR PARTIDO | PUNTOS POR PARTIDO | |
2008 09 | 2.16 | 1.66 | 0.92 | 2.29 | |
2009 10 | 1.68 | 1.68 | 0.63 | 2.61 | |
2010 11 | 1.68 | 1.32 | 0.55 | 2.53 | |
2011 12 | 1.90 | 1.80 | 0.40 | 2.40 |
La primera temporada, en la que el sistema defensivo no estaba tan implementado, el equipo encajaba casi un gol por partido, pero se marcaron 105 goles, lo que permitió ganar la liga holgadamente. En aquel equipo donde la responsabilidad goleadora era cosa de Eto´o y la manija de juego era llevada por Xavi, los promedios anotadores y asistidores de sus compañeros fueron muy elevados.
La temporada siguiente, ya sin Etoo, fue la consagración de Messi como goleador. Hasta el final de la primera vuelta, las cifras goleadoras de Ibrahimovic eran bastante destacadas, abriendo el marcador en multitud de ocasiones, pero los roces tácticos con Guardiola, a cuenta precisamente de su posición en el campo, acabaron sentándolo en el banco. Pese a ello, Ibrahimovic contribuyó ese año a conseguir más puntos que el propio Messi (véase http://futbolisticametrica.blogspot.com/2010/05/ibrahimovic-el-juador-que-le-dio-una.html). El promedio asistidor del resto de compañeros se mantuvo, pero el goleador disminuyó, como también disminuyó el del equipo completo que marcó 98. De no ser por el aumento de la seguridad defensiva no se habrían alcanzado esos excelentes promedios de puntos por partido.
La temporada pasada, Messi empezó a acaparar también la labor de creación, de modo que acabó jugando de enganche+delantero. En esta ocasión el promedio goleador de sus compañeros no empeoró (aunque si el conjunto, con 3 goles menos) y a cambio empeoró tanto el promedio asistidor de sus compañeros como la cifra total de asistencias del equipo (68 en vez de 74). El resultado fue que disminuyó además el promedio de puntos por partido. Nuevamente la inexpugnabilidad defensiva culé permitió mantener el rendimiento.
La temporada actual ha abierto el debate de Messi en una ocasión cuando ha estado 3 partidos sin marcar. UNa racha tan breve en un jugador de acreditada productividad no habría motivado debate de no ser por las altas cifras de balones perdidos por el astro argentino y el rendimiento menos brillante de su equipo. Una parte de la prensa y la afición detectó que en un equipo tan dependiente de un único jugador, el rendimiento de éste ha de ser siempre superlativo para que la competitividad se mantenga. Las cifras de la presente temporada muestra que las goleadas barcelonistas permiten que tanto Messi como el equipo hayan mejorado sus promedios goleadores y asistidores, pero observamos paradójicamente que pese a ello el promedio de puntos disminuye e intuimos que de no ser por los excelentes promedios de goles encajados el equipo estaría rindiendo aún peor.
Dicho esto, hay un dato que debería resultar inquietante para los aficionados blaugrana: La temporada pasada, Messi fue el origen del 13.1% de los balones perdidos del equipo, con un promedio de 13.20 por encuentro. Este año, 19 de cada 100 balones perdidos por el Barcelona se deben a Messi, el cual ha elevado su cifra por partido a más de 16...
EL PERSISTENTE FRACASO DE MESSI CON ARGENTINA
Si bien esta primera sombra no resulta evidente ante los éxitos del Barcelona, no sucede lo mismo con sus actuaciones con la albiceleste. Alternativamente los argentinos no-messiánicos culpan al jugador de falta de carácter o de desinterés cuando viste la elástica patria, y al mismo tiempo los aficionados españoles, en particular los culés, culpan a Argentina (y a todos sus jugadores y seleccionadores) de no saber crear el entorno proclive para que el jugador rinda de manera acostumbrada. ¿Es ésto posible?
En la presente temporada, la suma de pases totales y disparos por partido del Barcelona (grosso modo el flujo de balón del equipo) roza los 860 y el de Messi se aproxima a 90 balones por partido. Si promediamos el número de balones que necesita disponer para marcar un gol, esta cifra es de en torno a 60, que se eleva a más de 130 en el caso de las asistencias. Si comparamos con otros jugadores de la Liga, vemos que Cristiano Ronaldo necesita 49 balones para marcar un gol, Higuaín 25, Benzema 48, Soldado 34, Falcao 37... y el número de balones a disponer para dar una asistencia es de 98 en el caso de Cristiano, 56 para Di Maria,135 para Fábregas, 116 para Özil...
Si calculamos el promedio de balón necesario para marcar o asistir, vemos que Messi o marca o asiste cada 41 balones, una cifra superior a la que los goleadores citados necesitan para marcar gol. Ello es indicio de que la asunción de responsabilidades tácticas de Messi está provocando una fase de rendimientos marginales decrecientes. Dicho de manera más ilustrativa, Si Messi se dedicase fundamentalmente a marcar goles, su equipo acabaría proporcionando más pases de gol (y por tanto más goles) en su conjunto, y si Messi se dedicase con preferencia a asistir, otros goleadores del equipo podrían aprovechar mejor los balones (como hacen otros delanteros en otros equipos), de modo que la eficacia a puerta conjunta del equipo mejoraría. Como al Barcelona hasta ahora no le ha hecho falta aumentar la cifra de goles para ganar títulos, este problema no ha llegado a manifestarse.
Cuando se hacen cálculos sobre el número de minutos que Messi necesita para marcar llama la atención sus promedios goleadores, pero tal cifra, que habla mucho de la capacidad individual de un jugador, dice poco de su rendimiento colectivo: Haga lo que haga Messi, el resto de sus compañeros disfrutará del mismo número de minutos. Sin embargo, el no tener en cuenta la estadística de balones por gol, lleva a no ver que los balones que Messi disfruta (y vemos que cada vez son más, y que cada vez los pierde con más frecuencia) sí salen del volumen de juego del equipo, y que si Messi necesita más balones para marcar, estos balones proceden necesariamente de sus compañeros. Y he aquí un dato muy interesante: Los promedios de balones por gol o por asistencia de otros jugadores del Barcelona, son más pobres que los de sus equivalentes en otros equipos, lo que indica que todo el equipo padece de esos rendimientos marginales decrecientes. Dicho de nuevo de manera más ilustrativa: Empeoran porque quedan para ellos la peor parte (en calidad y cantidad) del flujo de balon que disfruta el equipo.
Que un goleador de acreditada voracidad como Villa necesite el triple de balones para marcar un gol que Higuaín o que Xavi haya tocado 1150 balones para dar una única asistencia no es bueno para el rendimiento colectivo.
Por tanto, si es mérito de Messi su excepcional rendimiento con el Barça, también deberá tener responsabilidad directa (más que ningún otro jugador) cuando su equipo no rinde bien, y lo mismo con su selección.
Toda ésta perífrasis sobre el caudal de juego de Lionel era necesario para explicar por qué no triunfa con Argentina y discernir si algún día esto será posible.
Veamos esta primera tabla. En ella está el caudal de balón que disfrutó Argentina y Messi en el pasado Mundial, así como dos de sus compatriotas en la Liga.
ARGENTINA | Messi | Higuaín | Di María | ||
Balones/Partido | 624 | 73.4 | 31.5 | 44.0 | |
Balones/Gol | 346.8 | - | 31.5 | - | |
Balones/Asistencia | 624.2 | 367.0 | - | - |
Podemos ver que a pesar del esfuerzo de Maradona porque su equipo dispusiese del máximo de caudal posible y que este pasase preferentemente por los pies de Lio, ello no fue suficiente para que éste dispusiese de la cantidad de balones que necesita para sobresalir en Europa. En la tabla se observa que Higuaín, con un caudal de juego aceptable logró rentabilizarlo a base de goles y Di María, de quien se hizo un juicio demasiado severo por su actuación, no llegó a disfrutar del número de balones que suele necesitar para asistir con profusión. Quizás si una parte de esos balones que Messi disfrutó hubiesen estado en los pies de algunos de sus compañeros, el equipo habría rendido al nivel que se esperaba de ellos.
Veamos una segunda tabla. En ella se recopilan los datos de los 4 partidos de la Copa América:
ARGENTINA | Messi | Higuaín | Di María | ||
Balones/Partido | 366.5 | 57.8 | 31.5 | 48.5 | |
Balones/Gol | 293.2 | - | 61.0 | 97.0 | |
Balones/Asistencia | 366.5 | 77.1 | - | 97.0 |
Bajo la dirección de Batista el equipo se concentró en disponer de menos balón y hacer este más rentable. Lo cierto es que a excepción del partido contra Costa Rica (un rival muy inferior), el equipo comandado por Messi no logró rendir suficientemente bien. El rosarino logró repartir asistencias a un buen nivel, pero fue a costa de disponer de 1 de cada 6 balones del equipo. Y aún así no se acercó a los casi 90 balones por partido que disfruta en el Barcelona.
En esta tercera tabla están los datos de los dos partidos clasificatorios para el Mundial de Brasil
ARGENTINA | Messi | Higuaín | Di María | ||
Balones/Partido | 235.5 | 22.0 | 18.5 | 29.0 | |
Balones/Gol | 117.8 | 44.0 | 12.3 | - | |
Balones/Asistencia | 157.0 | 44.0 | - | 29.0 |
Llama mucho la atención que a pesar de que Argentina ha dispuesto de una cantidad muy modesta de balón, el rendimiento conjunto se ha elevado, mejorando las cifras de goles y asistencias por balón de los tres jugadores. Aún es pronto para concluir, pero da la impresión de que Sabella quiere desposeer a Messi de ese rol acaparador que disfruta con el Barcelona y aprovechar su mejor virtud, el desequilibrio, y en lugar de intentar reproducir en vano el ecosistema táctico culé (muy pocos equipos y selecciones son capaces de generar ese flujo de balón), está creando un nuevo reparto de roles en el que otros jugadores participen más en la finalización de la jugada. Los promedios de Higuaín y Di María también han mejorado.
EL ÉXITO CON LA ALBICELESTE
¿Será esto suficiente para que Messi triunfe con Argentina? Probablemente no. Primero, porque para que Messi triunfe con Argentina, Argentina misma debe triunfar, y el balance provisional con Sabella es el de un equipo al que le cuesta imponer su guión al contrario y cuya superioridad vendrá dada por su pegada arriba; si al final este modelo triunfa, las grandes estrellas albicelestes son aquellos jugadores que ganan enteros cuando juegan con espacios, como son Higuaín, Di Maria o el Kun. Segundo, porque aunque se logre hacer rendir a Messi en un entorno menos fértil, es posible que de ese modo el jugador sólo pueda dar una versión parcial de su mejor cara la cual, como hemos podido ver antes, precisa de ingentes cantidades de balón, de preferencia a la hora de tomar la iniciativa y disparar, y de coordinación del resto del equipo para reajustarse de modo que las elecciones de su estrella no perjudiquen al resto.
Messi es una especie de bólido de formula 1, capaz de correr a mayor velocidad que nadie, pero que necesita toda una escudería detrás para poder correr y una cantidad de combustible tan grande que una selección como Argentina quizás no se pueda permitir.
Quizás podría construirse un equipo donde jugasen juntos futbolistas de buen trato al balón como Gago, Banega, Aimar, Pastore, el Kun, pero aún así, si no se logra alcanzar esos 1000 balones por partido del Barça en sus mejores partidos, y si de esa cantidad no se pone una décima parte en los pies del rosarino, sería difícil que el rendimiento global de Argentina, y el individual de Messi, alcanzasen los niveles del Barcelona y del jugador en Europa.
No comments:
Post a Comment