Hace más de diez años, cuando todavía era un poeta atormentado con toda una vida a medio hacer y aún escocido por mi primer fracaso editorial, me hice la promesa a mí mismo de que dejaría a un lado el mundo literario y seguiría escribiendo como siempre lo había hecho, por placer o por mitigar el dolor, y me daba de plazo hasta los 35 años, cuando mi vida fuese más estable, para publicar algo.
Hace justo un año se cumplió dicho plazo y decidí acometer una idea que me rondaba la cabeza desde hacía tiempo y que fue surgiendo al calor de las polémicas balómpedicas regadas con cerveza.
Esta ventana, esta pequeña ventanita de mí mismo, que ni siquiera versa sobre ninguno de los cinco temas que más me interesan, ha sido el lugar donde finalmente pudo cumplir con su promesa aquel joven insensato con este hombre maduro.
Si tuviese que hablarle y explicarle cual iba a ser su futuro, le contaría que en un año iba a publicar unos cuantos cientos de páginas, que le iban a leer unos pocos miles de lectores, que iba a tener un par de docenas de seguidores y cientos de enemigos y que apenas ganaría cuatro perras gordas por ello.
Y seguramente aquel insensato sonreiría de vana satisfacción. El pobre...
¡GRACIAS POR LAS VISITAS!
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