Saturday, December 18, 2010
UN RATIO PARA EVALUAR A LOS MEJORES MEDIOCENTROS de las ligas europeas en los últimos 5 años
Antes que nada recomiendo leer este post
Introducción de emergencia a la Contabilidad de Costes
para entender el fundamento y el proceso seguido. No quiero leer que aqui se escapan miles y miles de circunstancias ni cosas por el estilo.
A LA BUSCA DE STANDARDS SIGNIFICATIVOS
¿Se puede evaluar todas y cada una de las circunstancias que se dan en un terreno de juego para evaluar la calidad de un mediocentro? La respuesta no es ni sí, ni no, la respuesta es para qué. Conforme a lo que hemos visto en los análisis de coste la información relevante no es tanto la información más exhaustiva sino aquella que es significativa y accesible a la vez. Un mediocentro entra al corte en 12 jugadas, de las cuales en 7 recupera el balón, y en 5 se le escapa el jugador, pero de estas últimas, en 3 consigue retardar la progresión del atacante con lo cual los centrales realizan su labor con ventaja. De entre los balones recuperados, 6 de ellos han sido devueltos en buenas condiciones, y sólo uno de ellos ha propiciado una recuparación rival. ¿Se podría registrar esto? Desde luego, pero llegar a ese punto de detalle implica dedicar horas y horas a obtener un dato que, a la postre, puede no ser tan importante. Es más razonable desde nuestra perspectiva asumir que de cada 100 pases dados algunos se perderán otros no, y que de los que no algunos serán mérito del centrocampista y otros del receptor.
Supongamos que queremos calcular el peso de un cuerpo humano; si ponemos en la balanza la piel, los huesos, los músculos, las vísceras, la grasa y la sangre tendremos una cifra que, al 90% coincidirá con la del peso completo. ¿Y los tendones, y los nervios, y las mucosas, y los bronquios, y...? Docenas de otros elementos tienen su peso, pero los primeros 6 ya nos daban una información suficientemente relevante como para poder abstraer el resto (obviándolos o estimándolos a partir de aquellos).
La lista de los datos que he utilizado para elaborar standards son:
-Asistencias del jugador
-Goles del jugador
-Asistencias de los máximos asistidores de las 5 ligas más grandes
-Goles encajados por su equipo
-Puntos conseguidos por el equipo
-Tarjetas rojas
-Titularidades del jugador
Todos estos datos son manejados en una perspectiva temporal de los últimos 4-5 años, la cual me parece una fracción de tiempo muy adecuada para evaluar carreras futbolísticas, pues la mayoría de profesionales se desempeñan en unos 3 lustros, a veces 2, a veces 4.
¿Hay otros datos de los que se pueda echar mano para completar los cálculos? ¡Sin duda! Cientos de ellos en realidad: regates intentados y conseguidos, faltas recibidas y amonestaciones provocadas, balones perdidos, calidad de los acompañantes, calidad de los rivales, etc. Pero todos ellos juntos no sumarían la relevancia de aquellos 7 escritos antes y en cambio harían muy farragoso el análisis. Resulta más eficiente considerar que o bien no son tan significativos, o bien son circunstancias que a la larga acaban compensándose en unas ocasiones con otras.
No se pretende aquí por tanto un análisis exhaustivo, sino un análisis relevante, que pueda ser cuestionable pero no discutible.
LA VARIANTE INDIVIDUAL
En Argentina le llaman 5, como reminiscencia de una época donde se jugaba con 2 laterales y 1 central, en Europa se le llamaba 6, atendiendo a la vieja clasificación de dorsales. Hoy día se habla más de mediocentro como variante específicamente defensiva del centrocampista.
Tácticamente son jugadores muy fácilmente identificables, de ahí esa tendencia a definirlo por la numeración: Es el jugador del centro del campo más retrasado y por detrás solo se posicionan los dos centrales y el portero cuando el equipo ataca, y estos más los laterales cuando el equipo defiende. Prácticamente no existe variante táctica donde no haya un puesto reservado al mediocentro, incluso cuando se juega con doble pivote uno de los dos asume un rol más defensivo que el otro.
Funcionalmente son jugadores básicamente defensivos, quizás los que más aparte del portero. Los laterales suben por la banda para incorporarse al ataque y colgar balones, los centrales frecuentemente se incorporan con el balón y desde luego a rematar en jugadas a balón parado, pero el mediocentro suele ser el sacrificado en todas esas jugadas: Él suele ser, en el 80% de las acciones, el penúltimo recurso defensivo.
Ahora bien, no estamos hablando de un defensa, de hecho muchos de ellos casi nunca se adentran en el área, se mueven en torno a la cal de la frontal. Pese a sus funciones, no dejan de ser centrocampistas, y ello se traduce en que en momentos del juego se asoman a la frontal contraria, para asistir en profundidad o, en el caso de los más dotados, para disparar desde la distancia; y es que un buen mediocentro se vuelve excelente cuando es capaz de sumar goles al equipo sin abandonar su posición defensiva. Por ello, una de sus cualidades esenciales, como centrocampista, es la del equilibrio.
Cuando un mediocentro acredita calidad, cuando su participación eleva la seguridad defensiva del equipo y, a veces, la capacidad ofensiva, cuando con él en el campo el equipo se vuelve sólido y equilibrado, el premio suele ser la titularidad permanente. El mediocentro suele ser uno de los jugadores más constantes en las alineaciones y rara vez se le sustituye. Pero el ejercicio de su puesto conlleva la comisión de múltiples faltas, unas más punibles que otras, con la consiguiente carga en tarjetas amarillas y rojas. Sin embargo sería menester distinguir entre ambas. Evidentemente recibir menos tarjetas amarillas es una ventaja a largo plazo, pues si el jugador es de calidad, su equipo se beneficia más asiduamente de su concurso. Pero en un deporte como el fútbol, de tan bajo tanteo, intercambiar amarillas por posibilidades claras de gol no es tanto un mal menor como un recurso táctico que la discreción del jugador convierte en eficiente, máxime si esas tarjetas se cobran a consecuencia de faltas realizadas en terrenos lejanos al área, que no propicien peligrosas jugadas a balón parado. Cuando un mediocentro se pierde un partido por acumular tarjetas obliga el entrenador a reconstruir tácticamente el equipo, pero es un bajo precio comparado con los 5 goles que se han podido evitar con esas tarjetas. En cambio la tarjeta roja es un perjuicio claro se mire como se mire. Primero porque desequilibra al equipo, y puede ser más facil superar un gol en contra con 11 que jugar buena parte del encuentro con 10. La tarjeta roja llega siempre por sorpresa, y en un deporte de equipo un cambio inopinado de guión puede llegar a ser un desastre. De cualquier modo es preciso contemplar que aquel mediocentro al que le sacan menos tarjetas cumple mejor sus funciones.
Por tanto el ratio individual ha de reflejar la seguridad en su puesto del jugador, que se expresaría directamente como el número de titularidades, e inversamente con el número de tarjetas rojas (convirtiendo cada 5 amarillas en una roja) ; tomamos la precaución aritmética de sumarle 1 para que la ausencia de tarjetas no dé un cociente infinito y para propiciar que desde la primera tarjeta se penalice al jugador. El número resultante (que sería mayor en el caso de los titulares indiscutibles que rara vez son expulsados), se relativizaría con los 38 partidos (o 34 en ligas de 18 equipos) de una competición. Cuanto más alto fuese este ratio, más constante y eficaz sería el concurso del jugador. Pero como no basta con concursar, como también hay que ganar, el ratio individual reflejaría de manera directa la media de los goles encajados por los equipos campeones de las 5 grandes ligas en los últimos 5 años y de manera inversa los goles encajados por el equipo. La razón matemática es que con equipos muy goleados ese ratio tiende a 0 (disminuyendo el ratio individual), con equipos goleados en ese promedio el ratio rondaría 1 (sosteniendo ese ratio individual) y con equipos pocos goleados el ratio sería superior a 1 (elevando el ratio individual)
El Ratio Individual (RI), por tanto quedará así.
Al contrario de lo que hemos estimado en otros ratios, aquí no procede corregirlo en función de la titularidad del jugador, pues su propia titularidad es señal indirecta de su calidad y ningún jugador que no se hiciese con el puesto tendría relevancia.
LA VARIANTE COLECTIVA
Los datos individuales nos dan la imagen de un mediocentro funcionalmente defensivo, de un jugador que está presente permanentemente para que su equipo encaje menos goles de lo habitual. Pero siendo esta la condición necesaria para que un mediocentro sea considerado de calidad, no es la suficiente. Por muy bueno que sea su papel evitando acciones contrarias, todo ello ha de enmarcarse en un contexto donde al equipo no el basta con no perder, sino que necesita ganar. La manera que tiene el jugador de contribuir a ese éxito colectivo se resume en dos aspectos, el equilibrio y la incorporación.
El equilibrio vendría reflejado en el porcentaje de puntos que el equipo consigue y de los cuales el mediocentro aporta su granito de arena, no sólo evitando goles contrarios, sino no perdiendo el balón, recuperándolo frecuentemente, y prestándose a recibirlo cuando el ataque se congestiona. Un gran delantero puede vivir de espaldas a esta realidad siempre que meta goles, y un portero cumplirá al 100% su labor aunque sus compañeros no lo hagan, pero un centrocampista es responsable indirecto del balance global del partido.
La incorporación se mide en la cantidad de goles que su equipo consigue gracias a su participación directa. El mediocentro suele ser el jugador que disfruta de una visión más amplia del terreno de juego, por tanto, si amén de cumplir con su función principal de garante lejano de la portería, encuentra las ocasiones para incorporarse al ataque y, sin perder su posición retrasada, asistir o marcar, su valor como miembro del colectivo se eleva notablemente.
Por tanto el ratio colectivo ha de reflejar, por un lado, la proporción de puntos conseguidos por el equipo, y este tiende a 1 en las escuadras muy exitosas. Por otro ha de reflejar la suma de asistencias y goles del jugador, que en este caso relativizaremos con la media de los mejores asistidores, por cuanto aún los goles no dejan de ser una contribución colectiva, más que un rasgo individual.
Sin embargo, y a diferencia de otros ratios previamente elaborados, aquí no multiplicaremos ambos lados, sino que los sumaremos, para evitar que una ausencia total de goles y asistencias del jugador anulen su contribución al equipo. De este modo los jugadores muy contribuyentes en ataque en equipos especialmente exitosos superarán el 1 y tenderán idealmente al 2, e incluso más allá.
El Ratio Colectivo (RC), quedará así:
EL CULMEN DE LA RELEVANCIA: EL FACTOR GLOBAL
Cuando se manejan elementos que se adicionan es preciso ponderar cada uno de ellos para asegurarnos de que el resultado global no este aquejado de la sobrevaloración de alguno de sus componentes. No así cuando de lo que se trata es de emplear factores. La precaución sobra pues si entendemos que un delantero será mejor cuanto más alto sea su RI y su RC, tomados independientemente, el múltiplo de ambos crece con cada uno de ellos.
Hemos tomado por convención que incluso en el caso del más egoísta de los jugadores el factor colectivo ha de ser igualmente apreciable que el individual, aunque cada cual puede ponderar cada uno de ellos según considere oportuno.
De este modo el ratio global resultante, el que valora de manera relevante la calidad de un delantero tanto a nivel individual como colectivo tomando como base de cálculo los datos más significativos sería:
RG = RI x RC x 100
Como el múltiplo de cantidades inferiores a 1,0 suelen arrojar cifras muy pequeñas, se ha añadido el 100 para que la cifra resultante sea un número más fácil de retener.
UNA OBJECIÓN MATEMÁTICA
Si bien todo el proceso seguido produce un ratio relevante y eficiente tomando como base información breve pero muy significativa, el resultado final adolece de cierta desproporción debido al carácter multiplicativo de los factores. El orden de los resultados finales puede parecernos coherente, pero no así las diferencias de cuantía.
La estadística descriptiva nos provee de una sencilla herramienta para ajustar este tipo de desviaciones, que es la media geométrica. Mientras que la media aritmética halla el promedio entre N cantidades sumadas dividiendo el total entre N, la media aritmética halla un promedio entre cantidades multiplicadas, pero para promediar se utiliza no el cociente (que no tendría relevancia proporcional), sino la raiz cuadrada, o en su caso la raiz N.
El ratio final por tanto quedaría así:
2 ___
RF= \/ RG
UNA OBJECIÓN HISTÓRICA
He aquí el final del proceso.
Dado que en esta ocasión hemos tomado la titularidad como base para definir la constante calidad de un mediocentro, la volveremos a tomar como valor por el que multiplicar el ratio resultante para dar relevancia histórica al cálculo previo. Si además de ser bueno según el ratio, has jugado mucho en el último lustro, sin duda estarás en la lista de los mejores mediocentros de los últimos años.
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