NOTA PREVIA: Antes que nada léase http://futbolisticametrica.blogspot.com/2010/03/un-poco-de-metodologia.html. Aquí no se trata de decir la hora exacta con horas, minutos y segundos. Se trata de admitir que decir “entre las 5 y las 5:05” es más preciso que decir las “5 y pico”, que esto a su vez es más preciso que decir “entre las 4 y las 6”, y que esto a su vez es más preciso que decir “por la tarde”, LA EXACTITUD NO EXISTE,. PERO SU BÚSQUEDA NOS APROXIMA MÁS A LA OBJETIVIDAD, QUE EL ABANDONO DE DICHO DESEMPEÑO.
¿Cuántas veces no hemos sentido un sentimiento contradictorio en nuestro interior cuando vemos que un equipo que nos ha parecido jugar mejor y controlar el partido acaba perdiendo? En ocasiones la causa es una jugada desafortunada, una o varias decisiones arbitrales erróneas o una lesión fundamental cuando el resultado está a punto de decantarse. Pero no siempre sucede así. De hecho, la mayoría de las veces que nos asalta ese sentimiento se suele deber a que centramos nuestra atención en algunos aspectos del juego y olvidamos otros, los vistosos por encima de los menos vistosos, los individuales por encima de los grupales, los estratégicos por encima de los tácticos, los bellos por encima de los importantes...
Los comentaristas deportivos, sobre todo en la televisión, tienden a ensalzar aquellos aspectos del juego sobre los que muestran preferencia, ya sea como ex-jugadores o como simples espectadores. Suele ocurrir que estos comentaristas sólo retransmiten a su equipo favorito en contadas ocasiones, viéndose obligados en la mayoría de los casos a describir o interpretar los sucesos futbolísticos de escuadras por las que no tienen que sentir simpatía. Y eso lleva a la búsqueda de un ideal estético deseable para el espectador neutral, algo que sale a colación continuamente cuando se nos quiere convencer de que el fútbol ha de ser bello antes de útil, quedando en el olvido que la verdadera razón de un deporte es la superación personal, la competición, la victoria, y en el caso de los aficionados, los éxitos de tu equipo. A veces, cuando vemos un partido que resulta áspero a nuestro ojo neutral nos lamentamos de que tal o cual equipo “juega mal” o “juega feo”, y nos olvidamos de que el único fin de ese tío que intenta ligar en la barra del bar no es divertir a la concurrencia, sino llevárse a la chica al huerto y disfrutar con ella. Si ellos dos disfrutan, todos los demás sobran.
Pensando en todo esto se me ocurrió hacer una disquisición numérica acerca de algo que se podría llamar Factor de Dominio, y cuyo objeto sería encuadrar en una cifra porcentual el valor de lo realizado por ambos equipos durante el aprtido una vez ya concluido. Se trataría, como no podría ser de otra manera, de un ejercicio de realismo futbolístico, por encima de los idealismos subjetivos, una cifra que en la mayoría de los casos hiciera justicia al resultado final. Aunque no siempre. Bueno, vayamos allá.
ANTE TODO EL GOL
Seamos honestos por una vez. Se juega al fútbol para ganar, y se gana metiendo goles. Y en la mayoría de los partidos el tanteo suele ser escaso. ¿De que valdría tener la pelota, dar pases, colgar balones al área, efectuar remates si no se metiesen goles? En una balanza éstos han de pesar como el resto de los factores juntos, pues si bien estos son mediatos (es decir, son un medio hacia un fin), aquel es inmediato (es decir, es un fin en sí mismo). Es por eso que el tanteo de un partido debería ponderar un 51% en ese factor de dominio
¡¡¡GOOOO......UUUUY!!!
¿Qué es lo más cercano a un gol? Aquel disparo que está a punto de subir al marcador. Ahora bien, caben diferencias.
-Por un lado, estarían aquellos disparos que han cubierto toda condición necesaria pero no la suficiente: Son esos disparos que rechaza el portero; si ese día no está inspirado pueden ser goles, y el delantero no puede hacer más que propiciar esa situación. Dentro de estos yo distinguiría entre rechaces que entran de nuevo en el terreno de juego, los cuales pueden propiciar una segunda jugada, y los que van fuera. Dentro de estos últimos, es preciso distinguir entre los que propician un córner, que podría considerarse una segunda jugada), y los que van fuera de banda, que salvo excepciones propiciadas por sacadores especialmente potentes, no son más que una devolución de la posesión.
-En segundo lugar están los palos. Se tienden a sobrevalorar mucho, poco menos que considerándolos medio gol. Es cierto que dar al palo exige mérito por parte del delantero (y un atacante que dispare 3 veces al palo tendrá más mérito que si la manda fuera), pero como decía Don Alfredo “el palo está para algo”. Nuevamente yo distinguiría entre los que vuelven a entrar en el terreno de juego y los que van fuera. Los primeros tienen tanto mérito como si hubiesen sido rechaces del portero, pues si bien, en puridad han ido fuera del marco, también es cierto que el área más inalcanzable para un guardameta es el palmo interior más próximo a postes y travesaños, hasta el punto de que si rebota hacia adentro, es casi imposible pararlos. Los segundos son balones que han ido directamente fuera, si bien por la misma razón han de ser valorados con un mérito especial; más adelante matizaremos hasta que punto o en qué medida.
-En tercer lugar están las paradas del portero. Tiene merito por parte del delantero disparar entre los tres palos, pero siempre lo tendrá más si impide que el portero pueda retener el balón, porque no propicia segunda jugada y permite romper una situación de dominio del esférico. Y el portero también juega: Si el disparo es muy muy bueno, y el portero la para, la parada será mejor que el disparo.
-Finalmente los balones que van fuera. Yo aquí haría tres distinciones. Por un lado los balones que van fuera tras dar en el palo; merecen ser valorados de manera especial, inferior a aquellos balones que han ido entre los tres palos o que han propiciado rechaces de estos, pero superior a los que salen limpiamente. Por otro lado estarían los balones que van fuera en un área próxima a la portería que por convención podríamos delimitar como el área imaginaria que formaría el área pequeña si se levantase en el aire (aproximadamente 18,3 x 5,5 metros, o sea unos 100 metros cuadrados, delos cuales unos 18 estarían ocupados por meta y postes); estos balones van dirigidos inequívocamente a gol pero se desvían por una falta de definición, por un efecto en el golpeo, en ocasiones por el viento (sobre todo si el disparo es lejano) o por la presión o incluso el toque de un contrario. Estos deberían ser valorados aunque de manera notoriamente inferior a los anteriores. Por último, los que van fuera incluso de las líneas del área pequeña (es decir, más de 5,5 metros a cada lado o más de 3 metros pro encima del larguero), los cuales yo no los valoraría en modo alguno; cualquier futbolista profesional puede mandar el balón a esa zona disparando desde el medio campo.
¿Cómo valorarlos? Proponemos:
-Balones fuera del área imaginaria 0.
-Balones dentro del área imaginaria, pero fuera de la meta y los palos X
-Balones que ataja el portero, 2X
-Balones que dan en los palos y van fuera 3X
Hasta aquí los menos valioso, aquellos con los cuales se pierde la posesión del balón. Sigamos:
-Balones que van entre los tres palos, los rechaza el portero y van fuera o fuera del área, 4X
-Balones que dan en los palos pero entran dentro del terreno de juego pero fuera del área, 5X
-Balones que van entre los tres palos, los rechaza el portero y van a corner o caen dentro del área (por delimitar una zona peligrosa), 10X
-Balones que dan en los palos y entran en el área 11X.
Estos últimos son los más peligrosos, y como en los anteriores, doy siempre un plus de mérito al hecho de que toquen los palos, porque el jugador buen definidor tiende a ajustar los disparos para esquivar al portero. Dicho rápido y pronto, tiene más merito dar en el palo que disparar al muñeco.
Una vez establecida la valoración abstracta cabe concretar. Si le dimos un 51% de importancia a los goles, es decir, mas de la mitad, siendo los intentos la base para el éxito habría que darle más de la mitad de lo restante, es decir un 25%. Si aplicamos la formulación abstracta a esta cuantía nos sale que habría que repartir ponderadamente cada tipo de disparo entre ambos equipos, siempre respetando la importancia que le hemos dado a cada uno. El total de “X” repartidas han sido 36. No hay más que sacar reglas de tres: Si el total de disparos suman el 25% del Factor de Dominio, cada especie de tiro deberá contribuir con X · (25/36).
Por ejemplo, los balones al palo que han entrado en el área puntúan 11 · (0,6944) = 7,6389. Si un equipo ha disparado 4 veces y todas las ha parado el portero y el otro equipo 1, el primero suma 1,11% al FD y el otro 0,28. O lo que es lo mismo el 2X que equivale a 1,3889 se reparte con 4 quintas partes para uno y la restante para el otro.
Como en no todos los partidos se da el repertorio completo se calcularían por separado en primera instancia y después se volvería a hacer regla de tres para que la suma total y sus partes (por ejemplo 15, con 10 para uno y 5 para otro) se ajustasen al 25% (en este caso 10 · [25/15] y 5 · [25/15], es decir, 16,67 para uno 8,33 para otro).
¿QUÉ NOS QUEDA? LA POSESIÓN, ESE DATO EQUÍVOCO
¿Qué es mejor tener citas o no tenerlas? Es fácil: Tenerlas
¿Tener muchas citas o tener pocas citas? Es fácil también: Mejor muchas que pocas.
Ahora bien, ¿qué es mejor, tener 5 citas y no aprovechar ninguna o tener 1 cita con
éxito? Volvemos a lo de lo mediato y lo inmediato. Si nos olvidamos del gol, lo mejor es tener el balón, porque te permite construir jugadas, buscar huecos para definir y, en todo caso, le privas de ese factor al rival. Pero ¿vale siempre lo mismo la posesión? Es evidente que no, porque la posesión sirve al gol, y por eso es más valiosa cuanto más te facilita ese objetivo y más se lo dificulta al contrario. Hagamos distinciones:
-Por un lado está la posesión en campo propio. Dado que la inmensa mayoría de goles se producen pisando el campo contrario, y dado que la inmensa mayoría de jugadas que desembocan en gol se gestan ya en el terreno del rival, yo valoraría como 0 esta posesión. Cuanto más tiempo estés en tu propio terreno más correrá el reloj en tu contra.
-Por otro está la posesión en el terreno contrario, pero yo establecería una distinción importante en si dicha posesión se produce dentro o fuera del área rival. La posesión del balón fuera del área rival tiene la utilidad de que te permite estar cerca de los terrenos donde los movimientos, los desmarques, los regates o los disparos son peligrosos, pero la distancia o la progresiva pérdida de ángulo la hace mucho menos trascendente que cuando el balón rueda sobre el área. Los disparos o las jugadas dentro de dicho rectángulo suelen conllevar una carga de peligro o una efectividad mucho más alta, por no hablar de que las infracciones en ese ámbito conllevan lanzamiento de penalty el cual, en la mayor parte de las ocasiones, se traduce en gol. Por ello yo convendría en valorar como X lo primero y como 2X lo segundo.
Tras el 51% de los goles y el 25% de las ocasiones, el porcentaje restante a repartir para la posesión sería de un 24%, a razón de 8% para la posesión en terreno contrario fuera del área y un 16% para la restante dentro del área.
RESUMEN DEL FACTOR DE DOMINIO DE UN PARTIDO (EN PORCENTAJES)
UN EJEMPLO PRÁCTICO (A ALGUNOS LES TRAERÁ RECUERDOS PERO ES FICCIÓN)
Partido entre el Inter Malos y el Fútbol Club Bonito.
Los malos tuvieron una posesión del 32% (19 en propio terreno, 11 en el contrario, 2 en área contraria), los bonitos un 68% (24/41/3)
El Inter. disparó 3 veces fuera, una de ellas en el area pequeña, el Boni 1 vez, dentro del área pequeña.
El Inter. disparó 5 veces a puerta, marcando 3 goles, parando una el portero y siendo rechazada la otra que fue a corner. El Bonito disparo 7 veces a puerta, con 1 gol, 3 rechaces y 3 paradas.
Factor de Dominio Inter. Malos: 53,08
Goles 38,25
Disparos 2,43
Ajustado 6,73
Posesión 8,10
Factor de Dominio F.C. Bonito: 46,92
Goles 12,75
Disparos 6,60
Ajustado 18,27
Posesión 15,90
En conclusión un partido muy equilibrado resuelto por la mayor efectividad de uno de los dos equipos.
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